¿Por qué no se deben mezclar la lejía y el amoníaco?

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Como empresa de limpieza no nos gusta utilizar estos dos productos y menos conjuntamente, aunque hay ocasiones en las que su uso se hace imprescindible. Dos de los productos más utilizados en limpieza son la lejía y el amoniaco. Ambos son productos muy efectivos, pero hemos de tener cuidado cuando trabajemos con ellos ya que podemos poner en riesgo nuestra salud.

La lejía

La lejía o hipoclorito sódico, es un producto que actúa como desinfectante y bactericida, (ojo, al contrario de lo que la gente cree no es un limpiador) debido a su gran capacidad de oxidación es extremadamente eficaz para la limpieza de baños y sanitarios, convirtiéndose en imprescindible si queremos conseguir una desinfección profunda que nos asegure la eliminación de todo tipo de microorganismos y patógenos, además también ataca el moho, por lo que su utilización en baños es muy recomendable. Suele utilizarse con agua y aplicada con un trapo o bayeta o diluida en el agua de fregar para suelos que lo requieran.

Hemos de ser cautelosos con su uso, ya que puede resultar irritante al contacto directo con la piel, además de tener la capacidad de decolorar tejidos, por lo que también podemos utilizarla como blanqueante, pero en demasiada concentración puede llegar a deteriorar las fibras del tejido.

La lejía es un producto muy fuerte y efectivo en limpieza, prueba de ello es su característico olor, siempre que trabajemos con lejía es preferible aplicarla con guantes de látex especiales para limpieza, ya que es muy agresiva con la piel y dejara un persistente olor en nuestras manos. También hemos de tener cuidado con las posibles salpicaduras sobre la ropa que utilicemos, ya que debido a su poder blanqueante y decolorante, dejara una marca sobre la prenda imposible de eliminar.

El amoníaco

El amoniaco o hidróxido de amonio, es un producto que actúa como un fuerte desengrasante, debido a esto resulta ideal para la limpieza de cocinas, también podemos utilizarlo para limpiar el horno y la campana extractora, ya que suelen ser puntos en los que se acumula la grasa y el amoniaco resulta muy efectivo para eliminarla. También resulta muy práctico para la limpieza de cristales y espejos, asi como baldosas y azulejos, ya que al evaporarse no deja ningún resto consiguiendo un acabado brillante.

Otro uso que podemos darle es para limpiar suelos de madera y muebles, pero siempre diluido en agua, ya que es un producto que en concentración excesiva puede ser muy agresivo con el material, incluso corrosivo.

El amoniaco se comercializa ya disuelto en agua, pero la concentración es tan grande que nosotros deberemos diluirlo todavía más, es un producto muy fuerte, desprende un fuerte olor y los vapores pueden llegar a ser tóxicos, causando irritación en los ojos, las vías respiratorias y la piel.

Utiliza el amoniaco siempre en lugares bien ventilados, si no puede ser así, puedes utilizar mascarilla y guantes para evitar la exposición prolongada.

Ambos productos son muy adecuados para la limpieza de cualquier inmueble o instalación, debido a sus propiedades, si los utilizamos correctamente, conseguiremos unos resultados óptimos en la limpieza e higienización de cualquier estancia.

Mezcla no recomendada

No obstante hemos de tomar la precaución de no mezclar jamás la lejía y el amoniaco, la mezcla de ambos produce una reacción química, dando como resultado cloramina, que será despedida en forma de un vapor extremadamente toxico. La cloramina puede llegar a resultar mortal si nos exponemos durante un largo periodo de tiempo a ella; de ser una situación puntual, rápidamente notaremos escozor en ojos y vías respiratorias, produciéndose rápidamente una fuerte intoxicación que puede causar mareos, pero si nos exponemos repetidamente a ella puede causar edemas pulmonares y otros problemas respiratorios.

La acción de la cloramina resulta extremadamente perjudicial para nuestro cuerpo así que no solo nunca mezclaremos amoniaco y lejía, sino que hemos de tener mucho cuidado de que la mezcla no se produzca de forma casual, mientras realizamos la limpieza de nuestro hogar. Si trabajamos con ambos productos, lo haremos estrictamente por separado, retirando y dejando secar uno de ellos antes de proceder a utilizar el otro. De otro modo corremos peligro de resultar intoxicados, lo cual es un riesgo completamente innecesario.

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